Que Cuba se está abriendo al mundo no es ninguna novedad, pero la gente conoce poco más que la decadente y encantadora ciudad de La Habana y las playas de Varadero. Para descubrir su lado menos conocido hay que visitar el valle de Viñales, donde los granjeros siguen arando la tierra con bueyes en un paraje protegido por la Unesco. Se puede ir de excursión, a pie, a caballo o en bicicleta a recorrer los fantásticos mogotes (formaciones rocosas) y después dejarse caer en una tumbona en un porche y soñar despierto antes de dar buena cuenta de una comida casera en la casa particular donde uno se aloje.
Lo más maravilloso de la principal ciudad de Viñales es que no solo puede uno relajarse sentado en una mecedora en el porche de la casa particular donde se aloje, y ver pasar bueyes y arados, también puede participar en todo tipo de actividades en este paisaje protegido por la Unesco. Se puede contratar a un guía e ir de excursión a pie, a caballo o en bicicleta a través de los mogotes (formaciones rocosas) y gozar de las vistas de los valles. Después es buena idea refrescarse nadando en una cueva antes de volver a sentarse en la mecedora con una cerveza fría en la mano y el son cubano procedente de los bares en el aire. El día termina con una cena en la casa (casi todos los anfitriones se toman muy en serio la calidad de sus comidas), a base de pollo o langosta a la parrilla, acompañada de platos tradicionales como arroz con frijoles negros y plátano macho.
Cuando apetezca cambiar de paisaje, se conduce 60 km al noroeste hasta cayo Jutías. Esta larga playa de arena blanca, a la cual se llega por una calzada entre manglares, es una excelente excursión de un día desde Viñales. Hay poca infraestructura (no hay hoteles, solo un par de restaurantes) y, como en Viñales, se puede elegir entre practicar alguna actividad (como buceo y kayak) o tumbarse y no hacer nada.
Incluso ante la perspectiva de un boom turístico, Viñales conservará su encanto tradicional y su ritmo de vida lento. Junto con La Habana son la perfecta combinación para un viaje de contrastes por Cuba, ideal para los ciudadanos estadounidenses, para los cuales este fascinante país es más accesible que nunca.
Los mogotes calizos del valle de Viñales alcanzan los 300 m de altura y son ideales para los escaladores más expertos, con muchos salientes calizos y columnas de toba volcánica. Una experiencia más tranquila es visitar una plantación de tabaco, aprender a liar un puro y sentarse en la mecedora.
Dentro del sinuoso paisaje al viajero le llamarán la atención los atascos de bueyes y arados con caballos y carretas, conducidos por guajiros que fuman puros.
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